Smile

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domingo, 6 de octubre de 2013

Un intento de "Carpe Diem"


Debo empezar esta columna resaltando la relevancia de una gran verdad: “somos criaturas vivas que comen experiencia”. Con esta frase quiero hacer alusión especialmente a la juventud, la etapa donde nos damos cuenta de esta realidad. Puesto que durante la infancia no pensamos de forma tan profunda como para llegar a esta conclusión por nosotros mismos. Nos limitamos a hacer o pensar lo que nos dicen “los mayores”. Lo cual se convierte en un factor ambiental, en cierto modo nuestra forma de ser depende de donde nos criemos. Captamos pasivamente todo lo que nos rodea.



Todo esto no es malo, al revés, es necesario para nuestra supervivencia, una parte de nosotros. Puesto que los primeros años de vida somos totalmente dependientes de los demás, y nos apoyamos en esta especie de “vida programada” para seguir adelante. La adolescencia es el momento en donde nos damos cuenta de que queremos y podemos más, y que nos sobra esa vida planificada. Es entonces cuando nos empezamos a dejar guiar por las experiencias. Tal vez no como deberíamos, pero es una forma de empezar. Todas las experiencias, sean buenas o malas nos enriquecen, me gusta pensar que nos alimentamos de ellas.

El grave problema de la juventud actual es la pereza, tras esta etapa de revelación deciden tomar el camino más fácil y se dejan  llevar, como un barco a la deriva. Los síntomas de esta actitud que aparecen tras la adolescencia son tales como la carencia de entusiasmo, de amor por los grandes ideales de la vida y de ilusión por el futuro. En consecuencia en ellos reinan la  indiferencia y el pasotismo. Por consiguiente los jóvenes no se involucran en nada, así que por supuesto dejan de lado los problemas sociales, la política, la cultura y todo lo que requiera el más mínimo compromiso. Lo único que les interesa es lo efímero, lo que no cuesta y entretiene o nunca mejor dicho, “mata el tiempo”, como  por ejemplo la diversión. Esta es clasificada como prioridad puesto que no requiere ninguna responsabilidad.  Se apoyan en el famoso “Carpe Diem” para creer que están en lo cierto y dar sentido así a su actitud. Como afirmó Jaume Perich, “ La gente joven está convencida de que posee la verdad. Desgraciadamente, cuando logran imponerla ya ni son jóvenes ni es verdad”.

 Para la juventud la vida es como si una multinacional la vendiera en latas de conservas, ya preparada y donde la única diferencia que hubiera es como te la tomas. Asumen que es así y que por supuesto, no hay por que  cambiarla. De aquí proviene el gusto de la gente joven por lo masivo, por lo que todos tienen o quieren. Así uno se ahorra tener que pensar, o tener que tomar decisiones. Las modas son un claro ejemplo de este hecho.



Paradójicamente, esto nos vuelve más dependientes y vulnerables. Además de quitarnos personalidad, que es lo único que nos diferencia, lo único que es propiamente nuestro. He llegado a la terrible conclusión de que todos estos detalles nos “duermen”.

“Twitter te hace creer que eres sabio,
Instagram que eres artista
Y Facebook que tienes amigos.
El despertar va a ser duro”
Jean-François Leroy


Para concluir mi crítica me gustaría dejaros un poco de esperanza por que esto cambie, con este  consejo que ha llegado hasta mí:                                                                                                                

“Debemos estar precavidos acerca de lo heredado, por muy noble que sea su intención, pues es la calidad de nuestra experiencia lo que resulta decisivo”.
                                                                                                                                         Fdo: Patricia H.

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